En mi buena época de futbolista, quedé impresionado, enamorado, de dos características identificadoras de mi futbolista favorito: el país americano que todo mundo desconoce y que es una colonia holandesa (Surinam) y el tipo de juego aguerrido, tocador e inalcanzable del mediocampista que decidió jugar en Holanda.
Nunca olvidaré preguntarme quién era ese chaparrito luchón que quitaba balones y se los servía al cabeceador Zizou (y no lo digo por Materazzi, sino por un cabezazo que soltó a un jugador del Hamburg… cuando la Juve jugaba Champions). Edgar Davids me dejó impresionado, no había visto un jugador así nunca, que dejara todo esfuerzo por un balón (Makelele era un chamaco).
Esa fortaleza y hambre por el balón fue lo que me llamó la atención, lo que hizo decantarme por tratar de jugar de contención; aunado a esto, su imagen mercadológica aumentó cuando tuvo que ponerse lentes especiales Oakley para poder jugar futbol, después de operarse por tener glaucoma. Esos lentes (después manufacturados por Nike, su patrocinador oficial), y la coleta de rastas, le dieron la imagen definitiva a Pitbull, un perro jugando al futbol.
Tal vez muchos lo identifiquen jugando con Holanda o el Barcelona (sobre todo por los villamelones que sólo le iban al Barcelona por Rafa Márquez), pero las habilidades las generó en la cantera más importante de Holanda (Ajax) y las pulió en la Juve (aunque el Milan lo tuvo antes). Barcelona, Internazionale, Tottenham y Crystal Palace fueron los diversos destinos que tocaron sus botas; pero muchísimos compañeros recibieron balones, patadas y sobre todo, esa energía que desbordaba en la cancha, que lo hacía único. Marcelo Lippi lo describió como «Una sala de máquinas en un solo hombre».
Su lado humano es cosa aparte, siempre partícipe en juegos de exhibición con recaudaciones para alguna cuestión humanitaria, en juegos para los niños y sobre todo, su lado de entendimiento del futbol como deporte para los demás; una anécdota para ejemplificar esto último: cuando jugó para el Barcelona, jugaron en Murcia, un aficionado entró a la cancha en pleno juego, los policías iban contra el invasor, Davids lo detuvo y después a los policías. Calmó los ánimos y el aficionado fue tratado sin esa adrenalina que se bota en el momento; el holandés supo calmar las cosas.