A veces, te levantas un domingo por la mañana mientras todos duermen, soportas frío, traslados, sueño; con una sola idea: patear la redonda.
Un día te das cuenta que eres masoquistas, sufres más de lo que gozas, sólo basta vernos las piernas y encontrarnos más de cinco moretones, si nos va bien, ya lo dijo Villoro, ya lo dijo:
“Un mexicano adicto al futbol es, entre otras cosas, un masoquista que colecciona agravios, jueves de dolor para los que no hay domingos de resurrección” Juan Villoro – Dios es Redondo (2005)
Así somos; buscamos esa salida que no es fácil, para nada. No me pregunten a mí si juego para distraerme, ¡qué sé yo de eso! Muchos lo dicen, pero eso no les da la razón; ni tampoco se las quita. Hablas de fútbol con todos, tus amigos hablan de fútbol, cada uno es el gran entrenador, sabe decirte dónde estuvo el error en cada partido, que se debe hacer para ganarlo, conoce el secreto del fútbol (el problema, o la ironía, es que nunca ha tenido la oportunidad para demostrarlo), sabe de fútbol, todos saben de fútbol, todos hablan de fútbol. Basta mirar la tele para notar que ya no hablan de fútbol, hablan de sus apodos, de que no fue penal porque el arbitro no lo marcó y se ríen, ya nadie habla de nuestro deporte, ya nadie, hablan de la polémica, del balón rosa, ya nadie habla de los partidos. Ya no hay consuelo en el fútbol.
«El fútbol se ha convertido en un consolador social» Juan Manuel Lillo
Se acabó el consuelo, terminé por apagar la tele, por ignorar los que los ‘comentaristas’ de fútbol dicen, dejé de ver TV Azteca para ver Televisa sin sonido, el único lugar donde hablas de fútbol es con tus amigos, ellos hablan de fútbol, sienten el fútbol, se apasionan mientras te comentan, te miran a los ojos y quieren convencerte con su teoría futbolera. Así nació La Redonda, hablando de fútbol, un día después de un partido, mientras comentabamos una final de Copa de Oro nos dimos cuenta que tenemos mucho que decir, aquí estamos, intentando escribir de nuestra redonda, cada quien tiene la suya, muy particular, con colores diferente, con equipos tatuados, pero sin televisoras, sólo con pasión y con mil canchas.
En realidad, cualquier cancha es buena…