Un galáctico más llegaba a la primera galaxia de Florentino, esa creada con Harry Potter, R2-D2, un pesetero portugués y ahora con un niño espacial.

En su cuarta temporada en el Madrid, en ese 2007, Beckham fue mandado al olvido por Fabio Capello, ese maestro del ajedrez que sabe utilizar a la perfección las 11 piezas que están en el campo de futbol, pero que muchas veces desprecia lo humano del jugador.

Becks se iba de vacaciones en diciembre en una temporada donde el Barcelona era el amo y señor de la Liga Española. En esas vacaciones el Galaxy de Los Ángeles firmó al ex-ManU y la tristeza de sus vacaciones se convirtió en la sonrisa por saber que vería y viviría cerca de sus cuates los Cruise.

Regresó a Madrid, a continuar con su agonía futbolística y terminar su contrato con la típica clase inglesa, pero cuando el equipo anímicamente se desplomaba, el güerito inglés se echó el equipo a las espaldas.

Cierto que el Barcelona se dejó muchos puntos en la segunda vuelta de la Liga Española, pero el ímpetu, el hambre de triunfo y la dignidad como el excelente jugador que ya era, hizo que ese equipo saliera campeón de España. Cannavaro, Ruud, Raúl eran los ídolos… a nadie se le olvidará que Becks fue el héroe.

Siempre se ha puesto en discusión si Beckham ha sido un producto del Marketing o un futbolista real. No hay duda que con anécdotas como la anterior, el inglés es una muestra de amor al deporte.

La técnica dotada la tenía desde niño, el amor por los colores que defendía en Manchester (hasta el suceso del botín a la ceja, cortesía de Ferguson), el compromiso con los madridistas y los milanistas (donde también se dejaba el alma jugando al futbol) y su fanfarronería con Donovan & Cía., son sellos indelebles de este jugador.

La furia con la que le demostró a Capello que era humano, que era un jugador de talla mundial y que era capitán de Inglaterra nunca se me olvidará… mucho menos ese grito de rabia cuando festejó un gol de Ruud Van Nistelrooy a pase del famoso 23 del Madrid de esos años para asegurar la corona en el Bernabeu.

Un jugadorazo, en toda la extensión de la palabra.

 

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