Llegó la limpia y el camino comienza a tener un rumbo determinado. Los aires de cambio están instalados en Coapa y el final no se ve cerca, es un largo proceso… de esos que dan resultados constantes y crecientes, pero también de esos que no vemos por México.
Hace un año el panorama azulcrema era fúnebre, tétrico y parecía llevarnos al mismo rumbo que al gigante rioplatense, en cualquier momento aterrizaríamos en la Liga de Ascenso para enfrentar a los Estudiantes del presi Leaño.
Llegaron los huevos al nido para crear nuevas águilas, llegaron las fuerzas y las ganas de cambiar el panorama que los últimos directivos y técnicos habían magullado, ese emblema que habían desprestigiado y mancillado llenándose de promotores vende petardos y jugadorcitos de esquina, sí, de esos que por un peso bailan como el dueño diga.
La limpia comenzó con un jugador que no debía salir jamás: Angel Reyna. Hizo público lo que a todas luces era obvio, pero que por códigos de jugador no se debe hacer. Jamás expondrás a un compañero, por muy malo o muy Mosquera que sea. El club tenía a varios caciques, y estos no aceptaban la marca de sus errores, incluso mínimos como Matías, digo mínimos, porque era mínimo lo que jugaba y mucho menos lo que ponía en la cancha.
Enviaron a Navarrete a la congeladora, aunque yo lo hubiera mandado a vender chicles en algún crucero mexicano. Enviaron a Alfredo Tena a seguir entrenando jóvenes valores para nutrir el nuevo proyecto. Quitaron a los payasos que había en la directiva, esos insulsos dirigentes “deportivos” que de fútbol sabían lo mismo que un recién nacido de física cuántica.
Mandaron directito y sin escalas a Bauer a Cancún, diría don Ricky Ortíz y trajeron a Ricardo Peláez, yo hubiera ido por Néstor de la Torre, si íbamos a cambiar las cosas, había que cambiarlas bien. Luego trajeron al Piojo Herrera, un tipo adecuado para el cambio, un tipo rentable y con ideas claras de fútbol. Sabemos que el fútbol mexicano tiene a sus entrenadores en reserva, siempre en salmuera, muriéndose de nada y con algunos, pocos, muy pocos, rescatables.
El proceso comenzó trayendo refuerzos de manera inteligente, aunque no se fueron todos los que debieron irse: Mosquera, Layún y Valenzuela; y llegaron algunos que no debían llegar como lo son Efraín Juárez y el regreso de Antonio López. Llegaron en estos ocho meses: Muñoz, Cárdenas, Aguilar, Aldrete, Sambueza y regresó Juan Carlos Medina, totalmente diferente a cómo y por qué se fue.
El plantel es suficiente para el nivel del fútbol mexicano, le falta cambios de nivel que puedan permitir que el tipo de fútbol no cambie. El planteamiento es con cinco atrás, tres medios y dos delanteros. Siempre jugando el balón desde la portería, habitualmente funciona pero siguen los fantasmas del mal ejercicio, siguen las voces de cambio de entrenador por uno o dos partidos que no salen como todos quisiéramos.
Por fin podemos emprender un proceso de trabajo pleno y hay voces subjetivas que claman sangre del que no ha muerto y que en su primer semestre llevó a semifinales al equipo, cayendo eliminado medianamente, total y cierto, pero el cambio se notó en menos tiempo del previsto. Hoy el equipo marcha quinto y se observa un esquema de juego que se trata de explotar partido a partido. Como pasa en el fútbol, a veces hay partidos que no se hacen fáciles, y pasará, la cuestión es tener paciencia.
Yo he dicho que tendría a Herrera cinco años sin problemas, lo dejaría trabajar, que hiciera su plantel y que con mucho trabajo volviera a hacer al América ese equipo enorme que la liga local necesita, revivir a ese odiado rival que imponía en el Estadio Azteca, que llena estadios en todos lados y que se esperaba la visita para demostrar el odio pleno.
Estas águilas están reconstruyéndose, faltan varios por irse, y algunos seguramente por llegar… el camino está marcado, parece favorable y esperemos lo sea; mientras tanto el Estadio Azteca sigue esperando para ser el nido donde las Águilas volarán.
@Pa10minho