El madridismo, por segundo año consecutivo, se encuentra en la antesala de la cita más importante con su historia. Atrás han quedado las ridículas eliminaciones en fases tempranas y frente a equipos de menor jerarquía. A pocas horas de debutar en semifinales, el Madrid de Cristiano es, sino el primero, uno de los dos favoritos para coronarse en Wembley. La obsesión de los blancos va tomando forma. La historia vuelve a pasar por Alemania.
Con una Liga finiquitada en Diciembre –y Casillas en la banca- el Madrid de Mourinho supo sobreponerse y preparar el camino hacia su más grande anhelo. La obsesión de los blancos tiene nombre y apellido, se encuentra en Wembley y luchar por ella es, más que un sueño, una fehaciente posibilidad.
Al día de hoy, el cuadro de Chamartín presenta una estructura ósea más fuerte a la que sucumbiera, en estas mismas instancias, la temporada pasada. Aunado a las rencillas que todos sabemos, o creemos saber, el embalaje blanco es total, equilibrado y con el plus de contar, ahora mismo, con el mejor jugador del orbe: Cristiano Ronaldo.
De igual manera, la afrenta de cara al ansiado juego de Mayo posee una versión teutona distinta a la del año anterior. La propuesta del Borussia Dortmund es acuciosa, joven –y por lo tanto inmadura-, inexperta pero, no por eso, poco capaz. Ha encontrado en reacciones milagrosas, la creencia de saberse, sino mejor, difícil de roer.
La escuadra de Klopp se ha convertido en un revulsivo, no solo para el fútbol germano, para el fútbol mundial. Un cuadro que en los últimos tres años se ha proclamado bicampeón de su liga, campeón de copa y semifinalista de Champions, demuestra no ser producto de la casualidad y ofrece herramientas para construir la duda.
A comparación de la otra eliminatoria, en el papel, el Madrid se ha visto favorecido. La experiencia que cada equipo puede reunir, comenzando por la directriz técnica, inclina la balanza a favor de los españoles; sin embargo, en la práctica de La Redonda, nos ha quedado demostrado que el cuadro germánico cuenta con el fútbol suficiente para dar la sorpresa.
Decidir quién de los dos es el mejor supone, más que un ápice de conocimiento, una falta de respeto para ambos; si bien es cierto que, para los germanos, no es lo mismo vencer al cuadro merengue en semifinales que en fase de grupos, también lo es que, para el cuadro español, no será lo mismo sentirse en una final –como el año pasado- a realmente jugarla.
La Décima se escribe con ‘D’. De Dortmund.
@DonKbitos