Además del talento y formación de los futbolistas existe un detalle más a considerar. Uno pequeño y diminuto que muchos dentro de este hermoso deporte no se toman el tiempo para desarrollar.
La mentalidad.
Citemos la mentalidad del jugador, la mentalidad del equipo, la mentalidad del entrenador, la mentalidad del presidente y la mentalidad del aficionado. El conjunto de todas estas es producto y causa del club que cada quien sigue y disfruta.
Un futbolista debe estar siempre hambriento de triunfo, ganar un picadito, tirar un penal, pensar positivo atrae consecuencias positivas. Pegarle a la Redonda con toda la intención de colocarla en el poste y tener el talento para hacerlo no sirve de nada si no hay una mentalidad ganadora.
Puedo contar varias anécdotas que son claro ejemplo de este tema, pero ya iré poco a poco trayéndolas ante sus ojos.
La mentalidad ganadora, hambre de triunfo le llamamos, queremos ganarlo todo pero no corremos por todos los balones, rueda la Redonda y la dejamos pasar porque si no vamos, irá el otro jugador porque es su posición. El ganador se distingue de los demás en la cancha porque es aquel que pide y exige la pelota, es aquel que se vuelve indispensable en el tránsito y juego del equipo. Es aquel que se nota cuando deja de estar y se nota aun más cuando está. Ese tipo gritón que a todos habla, que pareciera egoísta porque quiere siempre el balón, que quiere todo sea perfecto y que siempre la Redonda pase y vuelva por él, que se acerca hasta el portero y lleva el balón con paredes y pases hasta la otra portería. Ese que vive todos y cada uno de los balones como si fueran el último. Ese tipo que quiere jugar todos los partidos y no salir de cambio jamás, ese tipo que disfruta jugando, que disfruta haciendo jugar, que disfruta disfrutando, valga la redundancia. Ese jugador necesario, a pesar de quien sea el rival, ese que debe estar siempre.
Esa mentalidad que lo lleva a querer y poseer el juego en toda la extensión, es la que contagia al que no corre a sacar los pulmones en el partido. Esa mentalidad ganadora que profesionalmente pocos poseen y creo que dando ejemplos tendremos a los mismos, alguno más, alguno menos, pero siempre los mismos que ahí están y uno como espectador no quiere que se vayan nunca.
Como ejemplo de estos puedo mencionar a varios, en diversas posiciones, pero siempre recuerdo a Maldini, eterno como él solo siempre ganador, incluso cuando tocó la Orejona en Estambul; Puyol, ese tipo de treinta y cuatro años que va por cada balón como si tuviera dieciséis; Totti a su edad corre y da ejemplo a los demás, saca el pecho y grita los goles como si fuera el primero; Davids, otro guerrero incansable que me parece acababa el juego y había que ir por él para avisarle que ya debía ducharse e irse; Javier Zanetti, sobran las palabras; Del Piero, enorme talento que siempre define partidos; cito a estos entre muchos más que han demostrado la mentalidad ganadora. Ronaldo, ese gordo maravilloso que disfrutaba con el balón como nadie, iba por la Redonda a donde fuera y arrancaba hasta dejarla en la red.
La mentalidad que es la parte esencial del triunfo, si no se quiere ganar no se ganará jamás.
La mentalidad y fuerza que lleva a un sujeto a ser diferente a los demás es la energía básica para ser aquel que la gente recuerde; tuve un compañero de equipo hace muchos años que fue y es un crack jugando al fútbol, la única situación que le impidió ser un enorme mexicano en el extranjero era que parecía que no le gustaba el fútbol, fuera de la cancha pocas veces hablaba de fútbol, asistía a entrenar y marcaba diferencias en la cancha pero no explotaba esa parte extra que hay que tener para ser una estrella del fútbol, hasta el día de hoy si se juega un picado, es posible que no vaya, siempre hay algo diferente que hacer. Podemos decir hoy que fue un futbolista dentro de la cancha, fuera de ella, no lo necesitaba. Tenía mentalidad dividida.
Alguna vez leí a Maradona decirle a un entrenador, yo no me tiro al suelo a quitar la Redonda, a mi me tiran. Grande y enorme en la cancha, pero hay veces que debes ir al suelo, no siempre pero si una vez para dar ejemplo y motivar a los demás del equipo a ir a por todas.
Esa mentalidad que define si eres ganador o si al primer gol tiemblas y te tambaleas o haces temblar al rival porque sabe que vienes con todo. Hoy hay equipos profesionales que juegan a un ritmo impresionante pero si les toca uno que les hace difícil la vida, parecen ser faltos de creatividad.
Estos casos no solo se dan en el profesionalismo, también en el amateur. A lo largo de mi recorrer en las canchas fui parte, en alguna ocasión, de esos equipos que a pesar de recibir uno o dos goles sabíamos que teníamos todo para dar la vuelta y salir adelante, y lo hicimos. Y así también fui parte de un gran proyecto, donde había enormes futbolistas, todos en lo individual, logramos nada en lo grupal. Dábamos partidos enormes de sesenta minutos, empatando y ganando ante los equipos mas poderosos la liga, esos equipos llenos de jugadores que eran más que todos los demás equipos pero que ese día no podían con nosotros, lamentablemente como equipo si abunda la mentalidad derrotista a pesar de los esfuerzos de pocos, los muchos terminan estableciendo el destino del conjunto. Hubo partidos que al primer gol se habían terminado. Simple y llanamente de los once, seis ya no corrían y dejaban pasar el tiempo para que los otros intentáramos algo, siempre se hacen grupos en los equipos de futbol pero era claro que si ganábamos, ganábamos todos, si perdíamos, solo perdíamos los que teníamos cierto nombre. He aquí un ejemplo de la mentalidad y sus diferencias y la potencialidad que puede ejercer en un grupo.
Hoy vi en el torneo de clubes más importante del mundo como un club avasallador se cayó y se nubló de ideas al recibir un gol, jugó más futbol y mejor que el rival por etapas, pero de repente esos fantasmas y ansiedad, presión o como quieran llamarle, llegaron a sus cabezas y todo fue cuesta abajo, figuras desaparecieron, otros hacían y no podían, los que podían no hacían, fue terrible, y me parece que los aficionados de tal club lo sentirían así. Un partido pesado y ganable en cierto punto se convirtió en un deseo de no perder el juego.
La mentalidad tan básica como decir SI PUEDO hasta decir QUIERO GANARLO TODO se debe siempre trabajar desde pequeño, siempre ir hacia adelante, eliminar las palabras que puedan crear una pared emocional.
En alguna sesión con el psicólogo del club Puebla FC, nos dijo: “Eliminen la palabra intentar, usen la palabra hacer” tan cierto es ahora como lo fue el día que lo escuché, quince años casi llegando a los dieciséis y entendí que “intentar” solo es sinónimo de: a ver qué pasa; “hacer” significa: voy a lograrlo.
Siempre, en la cancha y en la vida hay que hacer, no intentar. El cerebro se programa con un respaldo al decir “intentar”, activa respuestas de posibilidad y no es así. Para lograr las metas hay que triunfar y solo se logra de una manera: haciendo.
La diferencia entre ganadores y los demás radica principalmente en quien toma un tropiezo y lo vuelve un impulso, quien ve una montaña y la usa como oportunidad de ir mas arriba.
Esa mentalidad que debe implementarse en los niños desde siempre y en los adultos ocuparla día a día más y más.
Enfocarse e ir más allá siempre y cada paso. Aumentar la capacidad de respuesta positiva a lo que puedas enfrentar, siempre tener en mente la meta y no descansar hasta lograrlo. Mentalizarte positiva y efectivamente, conocer limitantes y explotar talentos. Saber y entender cómo funcionas y en qué escenarios explotas al máximo nivel, imperativo es: reproducir este escenario mental siempre.
La diferencia entre ser ganador y perdedor es simple y sencillamente decidir si eres víctima de la mentalidad o víctima de todo lo demás.
@Pa10minho